Vinos con imaginación elaborados para el disfrute
Seguramente habrán habido anteriores generaciones de nuestra familia que se acercaron a la viña y obtuvieron de ella frutos que acabarían convertidos en vinos de mayor o menor calidad, y que sirvieron para acompañar comidas, festejar celebraciones y aliviar penas.Pero es hacia la decada de los años 30 del Siglo XIX, cuando tenemos constancia de las primeras inquietudes serias en el cultivo de unas tierras que fueran más adecuadas para la vid.
Aquellos abuelos comenzaron a plantar variedades más resistentes a plagas en suelos bien aireados, soleados, que necesitaran poca humedad pero que fueran capaces de retenerla cuando la hubiera. Seguían a conciencia el refrán «la viña donde hiele y la huerta donde se riegue».
Hoy, Siete Generaciones después, esta filosofía sigue conservando vigencia. La tierra y la uva siguen marcando la idoneidad de cada uno de nuestros vinos.